jueves, 1 de noviembre de 2012

                 EL GRAN DÍA

              Su gran día después de cuatro años de festejo. Hoy se convertiría en la Sra de Gutierrez. Se miraba al espejo con aquel vestido que su madre y su abuela habían  cuidadosamente reformado para ella. Un vestido con el que se casó su madre y que ahora le pertenecía . Satén y encaje vestían su delicado cuerpo dejando ver la perfección de sus formas.Una pequeña diadema cubría su larga melena rubia, llena de bucles.
               Ahora se contemplaba delante del espejo .Iba a contraer matrimonio con el hijo de  una de las mas adineradas familias de la ciudad. Debería de estar feliz. Pero  no era así.....
                Todo había transcurrido muy rápido. Daniel le pidió matrimonio. La adoraba y ella no supo negarse. Había sido preparado todo al mínimo detalle, cuidando cada rincón de la casa con el propósito de hacerlo lo más acogedor posible. Doscientos invitados acudirían aquel día al evento y éso la hacía sentirse muy nerviosa.
                La boda se celebraría allí mismo en la mansión de sus futuros suegros. Estaba todo preparado así lo había dispuesto la madre de su prometido. Los casaría el cura amigo de su suegro, el padre Luis. A Diana  le caía  bien. Existía una gran empatía entre ellos.
                Estaba absorta en sus pensamientos cuando en ese momento entró su madre.

- ¡ Diana !. ¿Aún estás así?. Ya están todos los invitados . ¡ Qué nervios hija! ¡Está todo precioso!. ¡Qué suerte has tenido!. ¡ Qué familia! ¡Encantadora....!
- ¡ Mamá, ya vale! . Me lo has dicho en estos últimos días  mil veces. Ya lo se, ya lo se....
- Marta hija, menos mal que has venido. Tu amiga esta histérica...
- ¡Mamá!. Pero si la que estas histérica eres tu.....
Marta , su amiga desde la infancia, acababa de entrar. Compañeras en la adolescencia.Una relación de muchos años en los que juntas vivieron muchas situaciones  y momentos que marcaron una década.
   Un gran abrazo. Mirada de complicidad entre ellas.
- ¡Estás preciosa!. ¿ Te acerco los guantes?.
- Sí, gracias.
Marta fue a buscarlos. Estaban encima de la cómoda. No pudo remediarlo. Tenía un nudo en la garganta y una lágrima recorrió su rostro.
- ¿Estas llorando?.
- No. Se me ha debido de meter algo en el ojo. No te preocupes.
- Estoy muy nerviosa. No se. Quizá...
- Es normal . Estás a punto de convertirte en la esposa de uno de los hombres más ricos y guapos de la ciudad y además te quiere...
Hablaron durante un rato recordando sus años en el colegio, el instituto, la universidad, las fiestas, los amigos comunes. Tantas cosas vividas juntas...La muerte de la abuela de Diana. Una persona que significó mucho en su vida y que gracias al apoyo de su amiga lo fue superando.
Habían crecido juntas experimentado momentos felices y otros más duros pero siempre contaban la una con la otra. Y ahora  había llegado el momento en que Diana empezaba un nuevo capítulo en su vida.
- Creo que es hora de que me reúna con el resto de los invitados.- dijo Marta.
-¡ Dáme un abrazo, por favor!
Sus miradas volvieron a cruzarse .Marta acarició el pelo de su amiga.
- Siempre tuviste un pelo precioso.

Allí se encontraba sola. Quedaba poco para reunirse con su futuro marido. Se acercó a  la ventana. El jardín estaba precioso. Lleno de flores. Una alfombra blanca hacía de pasillo en medio de dos filas de bancos donde orquídeas blancas y lazos adornaban el evento. Al fondo un pequeño altar donde el padre Luis los casaría.
         Los invitados empezaban a llegar colocándose en sus sitios. Miró y entre ellos vio a su amiga Marta.
La vió alejarse.
         Se quitó los guantes, la diadema y los depositó encima de la cómoda. Dejó los pendientes, regalo de su abuela cuando cumplió dieciocho años. Con ellos se había casado y quiso que pertenecieran a su nieta. ¡Su querida abuela!. ¡Cuánto la echaba de menos!
         Abrió la puerta y bajó las escaleras  tan deprisa como pudo. Allí estaba su futuro marido que sorprendido la miró.
 - ¿ Dónde vas Diana?
-  ¡ No puedo casarme contigo! . Lo siento.Ya lo entenderás.
-   Pero ¿qué dices?
-   Mamá,¡ lo siento!.
- ¡Diana! ,¿te has vuelto loca?- le contestó su madre.- ¡Diana!
Sabía que todo el mundo la estaba mirando. Pero no le importó.
- ¡Marta!, ¡Marta! .¡ Espérame!.
-¿ Qué pasa ? .¿Dónde vas?
- Te quiero. Te he querido siempre. No puedo casarme. Sería engañarme a mi misma , mis sentimientos. No puedo... ¡Lo siento!.
La mirada de Marta se iluminó.  Su rostro cambió. No daba crédito. Abrazó a su amiga y la besó y la besó.
- ¡Yo te he querido siempre!.
Entre risas, lloros , abrazos  y besos permanecieron abrazadas ante la mirada atónita de todos los invitados.    

 -                                                                                  

2 comentarios:

  1. Felicidades María.
    Has llevado la narración de manera tan sutil, tan elegante que me has emocionado.
    ¿Imaginas los matrimonios que debe haber sin que los esposos hayan sido valientes?
    Marta, lo fue. En el último momento, pero lo fue.

    Un beso, guapa y a seguir contando cuentos.

    ResponderEliminar
  2. Muchísima gente se ha casado o comprometido sin tenerlo claro. Este es un ejemplo más... ¿radical? Sobre todo según a qué época nos circunscribamos. Pero si de cada tres parejas nuevas dos se divorcian, es que muy claro no lo han tenido. Otros muchos se han visto obligados a ello por distintas circunstancias. Y finalmente, otros se han acostumbrado a las vidas con sus parejas, así de triste.

    Buen relato. Un saludo.

    ResponderEliminar