martes, 29 de enero de 2013

MI DULCE HOGAR




Al mes de nacer me dieron en adopción y fui a parar con una familia que me acogió con gran cariño.
   Mi nueva madre se llamaba Teresa y como era muy pequeño me siguieron dando solo biberón.
Crecí sano y fuerte . Algo rebelde.No me gustaban las normas , ni obedecer. Así que algún que otro problemilla tuve en mi nueva casa porque cuando se descuidaban algo rompía o estropeaba.
Fui un privilegiado desde el principio dado los cuidados y atenciones que me prodigaban , sobre todo Teresa,  a la que años después echaría de menos.
Teresa tenía un hijo con el que desde el principio conectamos, existiendo entre el y yo un gran cariño. Eramos cómplices el uno del otro y casi siempre nos castigaban a los dos.
Todo se desarrollaba con normalidad cuando un buen día tuve que abandonar nuevamente mi segundo hogar.
A Teresa tenían que operarla y su recuperación iba a ser lenta, así que un hermano de ella se me llevó a vivir al campo . Los primeros días lo pase mal. Echaba mucho de menos a mi madre Teresa y a su hijo. Pedro, el hermano de ésta, me trató con mucho cariño. Pero yo lloraba constantemente.
 Al mes de estar ahí empece a acostumbrarme a mi nueva vida. Me convertí en un ser libre.
Perseguía a los gatos, las gallinas, e incluso me atrevía con los caballos. Me gustaba sentir el contacto de la hierba húmeda  de los aspersores mojando mi cuerpo. Estaba en constante conexión  con la naturaleza y disfrutaba de ella. Era lo que más apreciaba. Los días iban pasando y yo sentía que no volvería a ver a mi madre. Seguramente habrían decidido que ese sería mi nuevo hogar.
Amaneció. Me desperté intranquilo, como si algo presintiera.  Mi instinto no me engañó. Teresa vino a visitarme. Fue tanta la emoción al vernos que difícilmente pude esconder mis sentimientos. Las muestras de cariño fueron inmensas por ambas partes y pasamos todo el día juntos hasta que llegó la noche y volvió a abandonarme.
Seguí creciendo en el campo. Hice muchos amigos y me convertí en un rural . Amé la libertad y lo que ésta me otorgaba. Fui un poco golfo y con los años aprendí a defenderme por mi mismo.  Teresa venia de vez en cuando y con eso me conformaba.
Han pasado los años y por circunstancias de la vida una riada ha hecho que tengamos que abandonar la casa del campo. Me he sentido triste. Me separo nuevamente de todo lo que aprendí a apreciar.
Han preparado mis cosas. Me he montado en el coche y he tenido la sensación de que nuevamente me iban a  dejar . Pero grande fue  mi sorpresa al ver que nos dirigíamos a casa de Teresa. Salí del coche a toda prisa y sin pensármelo dos veces  fui corriendo hacia su encuentro.
¡Qué alegría tan inmensa!. Por fin en casa.... Fue como el primer día. Recordé mi infancia en aquel acogedor hogar.
Allí estaba Teresa esperándome en la puerta.
-¡ Dóver!. Mi querido y fiel amigo.¡ Te quedas conmigo!.
Han pasado los meses y sigo aquí . Ya estoy viejo y necesito tranquilidad. Mi manta, mis paseos por el parque, mi pelota y los cariños de mi madre Teresa.