Se había casado muy jovencita con el hijo de una familia muy adinerada.Una boda concertada por ambas familias. Apenas se conocían cuando contrajeron matrimonio , pero con el tiempo se enamoró perdidamente de él.
Después de cinco años de matrimonio él le fue infiel con una amiga suya y ella se enteró. Fue la comidilla de todo su circulo, amigos y familia.
Llevaba tiempo sin salir , sin tener vida social . Se avergonzaba de que la vieran y comentaran su desafortunado matrimonio .No podía permitirlo dado su estatus y lo que ello representaba para su familia.
Llamó a la criada haciendo sonar la campanilla . Faltaban diez minutos para tomarse su té y a ella, como buena inglesa, le gustaba la puntualidad.
Se abrió la puerta y Adela la criada entró dejando la bandeja encima de la mesita.
- Señora, ¿desea que le sirva el té?.
- No, gracias Adela ,aún no son las cinco. Lo haré yo misma. Puede retirarse.
Un rayo de luz entraba por la ventana dejando más visible el color de su cabello cobrizo, recogido en un moño bajo. Sus ojos eran claros y sus labios siempre pintados de rosa pálido ofrecían un toque de serenidad y elegancia que le hacían aun más distinguida.
La luz le impidió ver que su esposo había entrado en la habitación y hasta que no lo tuvo cerca no
percibió su presencia,Su mirada se torno fría. Su rostro cambió . No deseaba verlo. No podía ni debía perdonarlo .Le había dicho que tenía que abandonar la casa. A fin de cuentas era suya. Herencia de su abuelo materno.
El la miro suplicante buscando un mínimo de perdón. Se sentó junto a ella y acarició su mejilla depositando un leve beso. Ella le retiró la cara bajando la mirada. Su corazón palpitaba fuertemente y durante unos segundos estuvo tentada de devolverle aquel beso que para ella hacía tiempo habría significado mucho, pero ahora, era tanto su dolor que sólo sintió rechazo.
Le suplicó que lo perdonara. Había sido un error. El la amaba . Siempre fue así. Ella se mantuvo insensible ante los ruegos de él.
Las lágrimas bañaron su rostro sin poderlas controlar sintiendo como si el aire se comprimiera a su alrededor, produciéndole un gran estremecimiento.
Rápidamente se dió cuenta y las apartó apresudaramente. Cogió un pequeño espejo. Limpió sus mejillas. Retocó su cabello y pintó sus labios de rosa pálido.
Tocó nuevamente la campanilla y Adela, su criada, entró en la habitación.
-¿Qué desea señora?
- Adela, tráigame otro té.Se ha quedado frío.
-¿ La cena a las ocho para el señor y para usted ?
- No, Adela. El señor ya no volverá ... Se ha ido para siempre. Prepare mi equipaje. Me ausentaré durante unos días.
- Como usted diga,señora . Ahora mismo le traigo el té.